21.6.11

CONSAGRACIÓN A LA DIVINA PASTORA


¡Oh Madre mía Pastora amabilísima!, yo hijo tuyo me ofrezco hoy a ti, y te consagro para siempre de todo lo que me resta de vida: mi cuerpo con todas sus miserias, mi alma con todas sus flaquezas, mi corazón con todos sus afectos y deseos; todas mi oraciones, trabajos, amores, sufrimientos y combates, en especial mi muerte con todo lo que le acompañe; mis últimos dolores y mi última agonía.
            ¡Madre mía dulcísima! Acuérdate de éste tu hijo y de la consagración que de sí mismo te hace.
Y si yo vencido por el desaliento y la tristeza, por la perturbación o el desvarío, llegara alguna vez a olvidarme de Ti…
¡Oh entonces! ... ¡Madre mía! te pido y te suplico por el amor que tienes a Jesús, por tus llagas y por su sangre, que me protejas como a hijo tuyo y no me abandones hasta que esté contigo en la Gloria.