
Vive su vocación sacerdotal y dedica muchas horas al confesonario. Muchas personas le tuvieron como padre y director de sus conciencias y se admiraban de su amor paciente al escuchar y del acierto de sus consejos. El P. Faustino está convencido, la voluntad de Dios es que todos nos salvemos, cada uno por su camino que el trazado por su divina mano.
Desde de niño le gusta contemplar la naturaleza y observar las plantas. Siendo profesor en la escuela normal de Guanabacoa, estudia la flora cubana para impartir mejor las clases y observar el uso cotidiano que los habitantes de la isla hacen de las plantas con fines terapéuticos.
Su investigación científica está unida a su vocación de educador: "Como escolapio soy del pueblo y para el pueblo, consagrado a su enseñanza debo amenizarla con la práctica y hacerle palpar las ventajas positivas que ella pueden reportar el rico y el pobre, el hombre y el niño".